El expresidente Evo Morales se desmarcó públicamente este domingo de cualquier responsabilidad directa en los bloqueos que desde fines de mayo han paralizado rutas estratégicas del país, provocando desabastecimiento, pérdidas millonarias y al menos cinco muertos en medio de enfrentamientos con las fuerzas del orden. Sin embargo, su pronunciamiento, lejos de calmar las tensiones, reaviva el debate sobre su rol en la crisis social y política que atraviesa Bolivia.
“Soy enemigo de bloqueos, cuántas veces he rechazado. Ahora todo me echan la culpa”, afirmó Morales en un acto con seguidores, intentando desvincularse de la ola de protestas protagonizadas por sectores afines al ala radical del MAS, que exigen su habilitación como candidato para las elecciones de agosto.
Atribuyó la convocatoria a bloqueos al dirigente campesino Pacto y alegó que “la gente nos rebasa”, aludiendo a una supuesta movilización espontánea fuera de su control.
Sin embargo, el líder cocalero no condenó las acciones que derivaron en muertos, heridos y detenciones. Por el contrario, reivindicó las marchas realizadas bajo su liderazgo en 2024, en las que se exigía atención a un pliego de 14 o 16 puntos —“no me acuerdo exactamente”, dijo— sin que el Gobierno hubiera dado respuesta.
A juicio de Morales, el crecimiento de la crisis económica y la falta de diálogo por parte del Ejecutivo son los factores que empujan a la “rebelión”.
“La solución es el diálogo, pero a este paso solo va a creer más rebelión, más sublevación. No me voy a poner a parar”, advirtió en tono desafiante, dejando entrever que, si bien no llama directamente al bloqueo, tampoco frenará a quienes se movilizan en su nombre.