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3 de junio de 2024, 7:00 AM

3 de junio de 2024, 7:00 AM

Si alguien conoce bien a un niño, esa es Yolanda Reyes, la escritora colombiana invitada de honor de la 25ª Feria Internacional del Libro de Santa Cruz de la Sierra. Estudió Literatura y Educación, y su proyecto de vida está centrado en trabajar con los chicos desde la primera infancia, mirando cómo son importantes los libros para su desarrollo emocional y cognitivo.

Aunque puntualiza no estar dedicada únicamente a la literatura infantil, gran parte de sus obras están dedicadas a los chicos. “Lo que yo hago es escribir y leer y por otro lado dar de leer a los demás, pensando en la importancia de la lectura y literatura en la formación de los seres humanos”.

Ha escrito novelas y cuentos, además de libros de ensayo e investigación y columnas de opinión que se publican en el diario El Tiempo de su país. En 1994 obtuvo el Premio Fundalectura por su libro “El terror de Sexto ‘B’” y, en 2020, el Premio Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil. En la feria presentó “El reino de la posibilidad” (Editorial Mantis).

Mucha gente cree que los niños y jóvenes de ahora ya no están leyendo o, al menos, leen menos. ¿Qué opina usted?

Depende. No diría que están leyendo menos, quizás lo están haciendo de otras maneras. Yo creo que lo que está pasando ahora es que hay escenarios donde la lectura ha cobrado importancia y ya no sólo es una herramienta de educación a partir del momento en el que los niños entran a primaria; sino que ahora sabemos que lo que hacemos con los bebés, por ejemplo, los abrazos, los libros, las canciones, hace que desde muy temprano descubran otras maneras de leer. Pero, definitivamente, falta mucho. Pienso que la escuela podría hacer una propuesta de lectura muy distinta a la que tiene. Debería ser más centrada en cómo la lectura nos da otra mirada del mundo y nos conecta con la cultura; incluso cómo la lectura es una condición para la democracia y la educación.

¿Influye mucho que el maestro esté leyendo?

Por supuesto. Depende de eso, de que al maestro le interese leer y le interesen los libros, y de que se den cuenta de lo que pasa con los niños y la lectura.

¿Qué se puede hacer en casa para que los niños gusten de la lectura?

Lo que yo más recomiendo es conectar la lectura con los primeros abrazos y canciones. Hay que leerles a los chicos en voz alta, hacerlo juntos por las noches… No hay nada más poderoso que una voz leyendo. Pienso que mientras más pronto se encuentren los niños con los libros y con voces que los leen, más temprano nacerá su gusto por la lectura.

¿Y qué hacemos con los que ya son más grandecitos y prefieren los celulares?

Está cada vez más claro que los celulares deberían estar mucho más tarde en la vida de los niños, pero también habría que ver cuál es la relación que los padres tienen con el celular; porque no podemos pedirles a los niños que hagan cosas que ven hacer a los adultos. Hay que ver qué valor tiene el libro en la vida familiar, si hay una biblioteca en casa, si los chicos ven a sus padres leyendo, si en la escuela hay maneras de leer que no estén sólo asociadas a la tarea o para contestar un examenNo depende sólo de una persona, sino de una sociedad.

Si bien usted escribe para públicos de distintas edades, ¿disfruta más haciéndolo para niños?

No necesariamente. Disfruto escribiendo el libro que estoy escribiendo. Y no sólo lo disfruto, también lo sufro y lo padezco; todo se da a la vez (risas). Cada 15 días escribo una columna para el periódico El Tiempo con la que me pasa lo mismo.

¿Cómo se definiría usted como escritora?

Como alguien que siempre encuentra cosas que sólo puede hacer y decir a través de la escritura. Escribir es parte de mi condición, de mi necesidad emocional y también de mi necesidad de estar en el mundo.

¿Todo lo que escribe es ficción o son experiencias personales?

No, no es ficción. La columna que escribo para el periódico se aparta completamente de la ficción y el libro de ensayos que acabo de publicar en la Feria tiene cosas de mi vida personal. Creo que los campos cada vez se encuentran más en la escritura y los tiempos han hecho que esa separación entre ficción y realidad tengan fronteras porosas.

Desde hace tiempo se habla sobre la desaparición cada vez más acelerada del libro impreso.

No, y el tiempo se está encargando de demostrar que eso no es real. Cada vez se están publicando más libros y hay más editoriales independientes y otros grandes grupos. El libro como proyecto ha cobrado mayor importancia: su diseño, el papel, las ilustraciones, el mundo estético que nos muestran las ferias de libros en el mundo, los movimientos artísticos y los premios literarios. Además, el libro impreso nos permite tener una relación no observada ni mediada por la inteligencia artificial. Cuando leemos un libro, estamos en un espacio que es sólo nuestro y del autor; son nuestro refugio emocional.

Dicen que los libros de niños tienen mensajes ocultos que no son precisamente para niños.

¿Los suyos son transparentes o toca temas de adultos en el fondo? 

Yo no subvaloro a los niños. Pienso que hay libros con muchos registros y uno los puede leer de una forma cuando es niño y de adolescente lo lee distinto. Por lo menos en mi caso, creo que los chicos tienen una cantidad de preocupaciones y de preguntas existenciales que se conectan mucho con las preguntas de los adultos; entonces, cuando escribo para ellos, intento encontrar todas esas facetas y posibilidades en su imaginación y en su vida psíquica. Los niños tienen una capacidad imaginativa y cognitiva que va mucho más allá de lo que la mayoría de los adultos creen.

¿Qué satisfacciones y malas experiencias le ha dado la literatura? Las dos cosas como en todas las profesiones. Pero, bueno, lo primero es que yo necesito escribir. Tengo clarísimo que cuando escribo, como que puedo entender mejor las cosas que me pasan, y esa es la mayor satisfacción de la escritura. Por supuesto, otro gusto es el encuentro con los lectores; saber que tantos niños han crecido leyendo mis libros, que cada vez tengo a más chicos con un código común. Y bueno, entre las tristezas está el haber escribir un libro y que de pronto no se consiga en muchos lugares o que no llegue a quien no tenga que llegar.

 ¿Cuál es su mejor libro?

El libro que queremos escribir es el que sigue siempre, no el que ya escribimos.

 ¿Qué autores bolivianos conoce?

Conozco a Edmundo Paz Soldán, Magela Baudoin… Conocí y lamenté mucho la pérdida de Gaby Vallejo. Tengo muy buenos amigos que hacen cosas parecidas a las que yo hago.



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