May 1, 2025 @ 3:49
Bandera superior


María Noel Vaeza ha caminado tres décadas al lado de la Organización de Naciones Unidas, tiene un doctorado en Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de la República del Uruguay, y una maestría en políticas públicas de la Universidad John Hopkins, en Washington DC. Pero es, antes que todo eso, mujer.

Madre de dos (hombre y mujer) ha viajado por el mundo y ha tenido que cambiar varias veces de país de residencia, dedicando gran parte de su vida a levantar la voz y trabajar por sus compañeras de género, esas que no alcanzaron a ser tan afortunadas como ella, que sí fue a la universidad, que logró un doctorado y que ha sido dueña de lo que piensa y de lo que quiere.

En agosto termina su gestión y se va a jubilar, pero eso no quiere decir que va a dejar de trabajar. Lo seguirá haciendo, desde otro ángulo, porque con poco más de 60 años, tiene más para dar.

Hablamos de muchas cosas que hombres y mujeres no pueden dejar de conocer.    

-¿Avanzamos en estos últimos años en cuanto a la equidad de género y el empoderamiento de las mujeres?
Se avanzó muchísimo en que se hable del cuidado, antes estaba invisibilizado, y queremos que se lo vea como un factor económico. Las mujeres somos cuidadoras, pero ese trabajo hasta ahora no es remunerado.

Se hizo una proyección con la Cepal, que dice que se va a necesitar hasta 30 millones de empleos de cuidado en los próximos años porque nuestra población está envejeciendo. 

Entonces, que se certifique y que el trabajo de cuidado sea un trabajo de calidad. Así otras mujeres tienen la confianza de dejar a sus hijos a cargo de una persona, buena cuidadora, y puede salir a trabajar fuera del hogar. Eso va a ser maravilloso para la región, que así va a poder seguir creciendo. Porque hasta ahora son más las mujeres que vemos que son muy valiosas, pero que no salen al mercado laboral porque se quedan cuidado a los suyos en la casa. Solo el 52% de las mujeres está en el mercado laboral en América Latina, y de esas, muchas están en la mal llamada economía informal. 

Tengo mucha esperanza en que las cosas van a cambiar.

-A pesar de que queremos pensar en que haya más mujeres en la política y en la ciencia, aún hay aspectos elementales en los que seguimos de rodillas, como por ejemplo, la feminidad de la pobreza. ¿La pobreza tiene género, por qué?
Tiene género. Por cada 100 hombres pobres hay 120 mujeres pobres. Por eso hay una feminización de la pobreza, y esto sí que es grave, porque lo hemos visto en la pandemia, quien sufre más en las crisis es la mujer, de manera desproporcionada. ¿Pero por qué? Porque su nudo estructural de desigualdad de base era peor que el del hombre.

Lo mismo que la inseguridad alimentaria. Después de un efecto climatológico como una inundación o una sequía, la mujer es la que sufre más. Entonces, tenemos que poner el ojo en esos temas para que la mujer no sufra desproporcionadamente, por eso estamos trabajando con gobierno, con sociedad civil y con el sector privado, para que vean que ellas son una fuente de energía y de producción maravillosa.

 
Y también la mujer tiene que creérselo. Muchas veces no tiene autoestima, porque ha sido ninguneada o subvalorada. Entonces, no se siente valiosa.

Hay emprendedoras que todavía no creen que su pequeño negocio es realmente un negocio. Por eso necesitamos políticas e inclusión financiera. Porque si a una mujer no se le puede dar un crédico si no está con su marido, eso es discriminación.
Ante esta feminización de la pobreza, nosotros creemos firmemente  en el crecimiento económico, en el crecimiento con inclusión, que considere las necesidades de las mujeres. 

-Y hay derechos tan básicos como el de acceso a la salud pública que todavía no se pueden dar por sentado. En Bolivia, según las estadísticas publicadas por ONU Mujeres, somos el tercer país con mayor mortalidad materna, después de Haití y Venezuela… Creíamos que eso había quedado en el siglo pasado.
Por cada 100 mil mujeres hay 161 madres que mueren durante el embarazo o en el postparto. Sigue ocurriendo y empeoró en la pandemia. Porque muchos recursos que se destinaban a la protección de la mujer, o la prevensión en la maternidad fueron derivados a la pandemia. Ahí queda demostrado que faltan recursos para la salud integral dela mujer.

 
Yo tuve preeclampsia en el embarazo de mi hijo, pero como tuve seguimiento estricto del sistema de salud donde estaba, que era Guatemala, no pasó nada malo. Pero si yo no hubiese tenido ese seguimiento, me podría haber muerto. La preeclampsia sigue siendo una de las principales razones de muerte de las mujeres embarazadas. Este es un tema de voluntad política, de presupuesto y de que se escuche a la sociedad civil, porque quien sabe lo que está pasando son las parteras, las organizaciones de mujeres de base, que pueden decir por falta de qué se están muriendo. Necesitamos romper las barreras culturales de no cuidar a la mujer en el embarazo.  El gobierno tiene que invertir en la salud de la mujer. 

-Debemos ser conscientes de que cuando la mujer de la casa está sana, eso se irradia  y toda la familia está bien, porque es ella la que los cuida y atiende… 
Tenés razón, pero lamentablemente la mujer no se autocuida. Por eso hablamos del derecho a ser cuidado y de cuidar, porque la mujer se deja siempre a lo último y  eso no puede ser.  Por eso la previsión es tan importante, la medicina primaria es importante, a eso me voy a dedicar cuando me jubile. Por ejemplo, en el cáncer cervico-uterino, hay cinco millones de muertes por año, cuando es una fermedad prevenible e inmediatamente curable, sin embargo no se invierte en ello.

-En anteriores entrevistas usted reclamaba que todavía nos sorprendemos cuando escuchamos en las noticias que hay una primera mujer catedrática o científica… 
Eso es algo que a mí me indigna. Debería ser mucho más lo que se muestra. Por eso es muy importante que se vea a la mujer en otras funciones. Me gusta mucho lo que hizo la oficina de ONU Mujeres en Bolivia, bajo el liderazgo de Nydia Pesántez, y Teófila Gurachi en Comunicación, eso de “Mujeres Extremas”, es generar una visión de que las mujeres podemos hacer todo, escalar montañas, cocrear… 

Entonces, yo creo que cuando una mujer hace algo maravilloso, todas tenemos que hablar de eso, tenemos que ser sororas. 
A mí me impresiona el ámbito de la academia, me sobran los dedos de una mano para decir cuántas presiden una gran universidad.

 Por eso, nosotros empezamos una campaña que se llama “Él por ella”, reunimos  10 presidentes, 10 rectores de universidades y 10 CEOs de empresas. La primera reunión fue en Davos y la directora ejecutiva en ese momento era sudafricana, había sido vicepresidenta con Mandela, una mujer bien rigurosa, y  uno de los participantes nos dijo, ‘yo tengo 200 mil mujeres en mi empresa’ (del rubro hotelero) y ella le preguntó, ¿cuántas tiene en el directorio?, no tenía ni una. Le dio mucha verguenza, mi directora le hizo ver que la mayoría de ellas estaban haciendo camas o limpiando. Pero al año siguente volvió diciendo que ya tenía dos mujeres en el directorio. 
 

-Si ese empresario no hablaba con ustedes, en su cabeza iba a seguir pensando que lo hacía bien… 
Y tampoco se daba cuenta de la energía, el  conocimiento y la creatividad que se estaba perdiendo, que le aportarían las mujeres en el directorio. Si pone más mujeres en puestos importantes, va a ganar más dinero, porque es un buen negocio.
 

-Hablando de negocios, usted decía hace un momento que la participación económica de la mujer es fundamental. En el documento de ONU Mujeres dice que un 26% de mujeres no tienen ingreso propio y que 24% no estudia ni trabaja.
Una mujer que no tiene ingresos propios, es una mujer  vulnerable a la violencia, va a sufrir violencia psicológica y económica, y, obviamente, se va a quedar con quien está ejerciendo la violencia contra ella, porque no tiene opción. Por eso es tan importante la independencia económica y emprender. 

Nosotros creemos que si  ese 26% de mujeres puede hacer un curso para descubrir cómo su pequeño emprendimiento puede mejorar, se van a sentir dignificadas, eso les da autoconfianza. Por eso es muy importante todo lo que se está haciendo a nivel de fundaciones, de gobiernos, de Naciones Unidas. 

Sacar a las mujeres de la pobreza debería ser un primer objetivo, porque, verdaderamente, la mujer moviliza a la familia, y moviliza a la comunidad. 
 

-Ahora hablemos de violencia contra la mujer. En su estadística, el año 2023 cerró con casi 4.000 víctimas de feminicidio en 27 países de la región. En Bolivia, hasta abril de este año hubo 26 feminicidios y en el mismo periodo del año pasado eran 12, es decir, se duplicaron los femenicidios en nuestro país. Entonces, ¿diríamos que los feminicidios son la primera amenaza para las mujeres en la región?
Sí, es muy peligroso ser mujer en nuestra región, en México 11 de ellas mueren por día por feminicidios, pero yo estoy  muy esperanzada con la estrategia de eliminación de la pobreza que presentó la presidenta Sheinbaum, que es muy concreta sobre cómo luchar contra este flagelo. Necesitamos que este tema, la violencia, esté en la palestra política de todos los presidentes. 

Debe ser tratado como una emergencia nacional, no es posible que mueran las mujeres por el hecho de ser mujeres. Los presidentes tienen que asegurar la protección y la libertad de circulación de ellas. 

Yo creo que la principal razón de existencia del Estado es  la protección, es asegurar que no haya violencia. Ahí es donde necesitamos un llamado a la acción, de que hay que invertir en estrategias de eliminación de la violencia. 

Hay que invertir en refugios. Los países no tenemos un espacio a donde pueda acudir la mujer que se sienta amenazada. A una mujer no la matan de un rato para otro, primero la ningunean, después la tratan mal psicológicamente y la mujer, a veces, denuncia y luego retira esa denuncia, por esa razón, porque no tiene a dónde ir, porque no tiene más que hacer. Por eso es tan importante el seguimiento y el monitoreo de esa denuncia y el monitoreo comunitario, porque todos somos corresponsables.

Las pérdidas por violencia pueden llegar a representar entre 1 y 3% del producto interno bruto, por las ausencias en el trabajo de la mujer violentada y también del hombre, si fue aprehendido. 

-Llegando casi al final  de la entrevista hablaremos de la mujer en la política. Estamos en un año electoral en Bolivia y persiste el viejo reclamo de que hay muy poca participación de la mujer, ¿Cómo estamos? ¿Hemos avanzado? En Bolivia no tenemos una mujer candidata a la presidencia y tampoco sabemos si habrá alguna en un binomio. 
Esto nos dice que las mujeres tenemos que seguir reclamando, que se caigan esas barreras culturales. Hay tres cosas para que una mujer esté en política, la primera, eliminar la barrera del miedo, de que te van a atacar a vos y a tu familia, y es que se ensañan contra las mujeres políticas, en toda la región hay violencia política, si una mujer sale electa, se expone. Segundo, tiene que haber más sororidad, hay que protegerla, ayudarla a que llegue al final. Tercero, tiene que haber una justicia electoral, no puede ser  ser que un candidato hombre postee cualquier cosa de la mujer y sea impune.

Ojalá que Bolivia tenga un proceso electoral tranquilo, pacífico y que haya un binomio en donde figure una mujer… aunque a mí me hubiese gustado más que la candidata a la presidencia sea  mujer y el hombre sea el que acompañe. 

Pero bueno, esto demora, pero llega, sino miren a México. La ley de paridad tiene seis años y  ahora hay gobernadoras y alcaldesas,  una presidenta en el Congreso, ya se volvió normal en la sociedad verlas haciendo política y estando en la palestra. Pero sin embargo, hay 11 mujeres que todavía mueren por día. 

En fin, yo tengo mucha fe en que nuestra región va a salir adelante de la manos de las mujeres, ¡este es nuestro siglo!

 

María Noel durante su visita a EL DEBER / Foto: Ricardo Montero



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