May 13, 2025 @ 23:12
Bandera superior


A ocho días del cierre del registro de binomios ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE), el Movimiento Al Socialismo (MAS) vive su mayor fractura desde su fundación. Evo Morales, que alguna vez tuvo el control absoluto del instrumento, ya no tiene sigla para postular y enfrenta un proceso judicial por abuso de menores. Luis Arce, quien logró mantener la sigla del partido a punta de resoluciones judiciales, ha perdido respaldo social y arrastra las consecuencias de una gestión empantanada en crisis económica, escándalos de corrupción y desconfianza interna.

Ambos suspendieron sus proclamaciones, previstas para este fin de semana. Lo que debía ser el relanzamiento de la fuerza oficialista se convirtió en una demostración de desgaste y soledad política.

Evo, sin vía legal  para volver 

La candidatura de Evo Morales está cercada por dos frentes: la falta de una sigla política y una investigación penal. El 7 de mayo, el TSE inhabilitó a FPV y PAN-BOL, los dos partidos que sus seguidores barajaban como opción de respaldo. Ante esta situación, el propio Morales señaló que “será candidato en Bolivia a las buenas o a las malas”.

Pero su inhabilitación constitucional pesa más que su determinación. El abogado Paúl Coca afirmó a EL DEBER que “al líder cocalero no le queda nada para participar en las elecciones de 2025, ya que está inhabilitado legalmente y constitucionalmente está vetado”. También criticó el uso de encuestas para sostener una candidatura inexistente: “Un candidato inhabilitado no puede figurar en las encuestas”, cuestionó.

A esto se suma el caso penal por estupro, trata y tráfico de personas. La Fiscalía de Tarija mantiene activa una orden de aprehensión por presuntos abusos cometidos cuando Morales era presidente. El senador Leonardo Loza, uno de sus principales aliados, ratificó que, pese a todo, Morales “liderará la gran caravana desde Cochabamba hasta las puertas del TSE”. Según dijo, serán al menos 60 movilidades: “El hermano Evo irá al frente de manera libre”, aseguró.

Arce, preso del desprestigio 

Luis Arce logró quedarse con el control legal del MAS, pero su liderazgo atraviesa horas bajas. Su proclamación, que debía realizarse este domingo 11 de mayo en El Alto, fue postergada por la falta de respaldo. La reunión con organizaciones del Pacto de Unidad derivó en tensiones e interpelaciones. “Arce se baja, no pasa del 5% en las encuestas”.

Desde el Gobierno, la viceministra de Comunicación, Gabriela Alcón, intentó contener la crisis: “El MAS tomará decisiones en un ampliado a realizarse en los próximos días. Todo lo demás es especulación”, dijo ante la prensa.
Pero en el encuentro realizado en la sede de la Federación Bartolina Sisa, al menos dos organizaciones sociales le pidieron a Arce que renuncie. “No se puede tapar el sol con un dedo”, expresaron, en alusión directa a la crisis política y económica.

A las críticas se suman sospechas de corrupción que tocan al entorno familiar del Presidente. En los últimos meses, dos de sus hijos fueron señalados por supuesta injerencia en entidades estatales y presuntos vínculos con contrataciones irregulares. Aunque no existe una denuncia formal, la percepción pública se ha deteriorado. “La gente ya no cree en su honestidad, y eso en política se paga caro”, confesó a EL DEBER un dirigente de la Confederación de Interculturales, que prefirió mantenerse en reserva.

Silencios y rupturas

El vicepresidente David Choquehuanca ha optado por el silencio. No acudió a la reunión clave del Pacto de Unidad y evita aparecer en actos públicos junto a Arce. Su afinidad con Eva Copa —actual alcaldesa de El Alto— y su cercanía con la agrupación MORENA alimentan especulaciones sobre su distanciamiento.

Dentro del gabinete, también hay desalineamientos. El ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, es mencionado como un posible acompañante de fórmula de Rodríguez. Esta hipótesis ha generado un distanciamiento entre Arce y su ministro.

El diputado Zacarías Laura, identificado hasta hace poco con el ala arcista, sorprendió al cruzar de vereda y respaldar públicamente a Andrónico Rodríguez. “Mi federación, Mamoré Bulo Bulo, apoya esa candidatura”, afirmó, consolidando la ruptura interna.

El cierre de una era

Lo que ocurre hoy en el MAS no es solo una disputa entre dos líderes. Es el punto culminante de un proceso de desgaste que comenzó en 2016, cuando el partido desobedeció el referéndum del 21 de febrero. Pese al “No” del 51% de los votantes, que rechazaron una nueva postulación de Evo Morales, el Tribunal Constitucional le abrió paso mediante una cuestionada sentencia que convirtió la reelección indefinida en supuesto derecho humano. Ese quiebre de la voluntad popular sembró la desconfianza que hoy estalla dentro del mismo instrumento político.

El ciclo se profundizó en 2019, cuando el entonces presidente Morales buscó una cuarta reelección consecutiva. Las elecciones fueron anuladas  en medio de una crisis política e institucional sin precedentes, tras detectarse serias irregularidades en el proceso. La presión social derivó en su renuncia y salida del país.

Cinco años después, el MAS se encuentra en una encrucijada. Morales está jurídicamente inhabilitado y enfrenta cargos penales graves. Arce, aunque con el control formal del partido, ha perdido el respaldo de las organizaciones sociales que fueron base del “proceso de cambio”. En lugar de consolidar una candidatura, el oficialismo se ha volcado a los cálculos personales, las traiciones internas y las pugnas por el aparato partidario.



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